jueves, diciembre 04, 2003

Puedo recordar la sensación del deseo: su luz me rompía el tacto y maniataba mis ansias. Por eso aprendí a ensayar la estática, el abandono. Pero hoy que volví a ver el rostro en la fotografía me supe derrotado: la melancolía de su gesto que ahora hiere acallaría la hermosura que hoy seas capaz de reconocer o de inventar; su lejanía, sobre todo, valida las formas de mi desesperación.

Buscarla a partir de este rastro que apenas la nombra.

Decirla, así el dolor recomienza.