sábado, julio 23, 2005

Extender la piel y delinear una silueta que más tarde será un cuerpo y un rostro urgido de existencia. Inventar un pasado. Alimentar una ficción.

Ese es mi oficio.

El artista revela un mundo dentro de otro mundo. El actor engaña y a la vez recrea fugazmente la alteridad que nos habita. El poeta desgarra la noche hasta hacerla sangrar las palabras que yacen enterradas en los sueños. El músico de jazz dibuja en el vacío la geometría invisible del deseo.

La vena del drogadicto es una boca abierta a lo imposible.

El fanático. El suicida. El religioso que se alimenta de sus propias pesadillas...

Yo, en cambio, soy un dios para algunos.

Soy su creador.

O un mercenario de la creación.

Confecciono seres de la nada. Luego otros seres les infunden vida y los devuelven a esa nada que es la existencia.

Nacen con un rol: el de médico, el de soldado, el de cosa de placer. Y los programan para morir.

Ingresa si quieres en las instalaciones de la compañía. Engaña, arriésgate si lo deseas. Encontrarás un registro detallado de todos ellos: su peso, su talla, su día de nacimiento, la hora de su muerte.

Pregúntale a Tyrrel y él te lo dirá: nacieron para morir.

Shawn no es esa palabra que lo nombra, sino un código. Neal jamás hundió las manos en la arena del mediterráneo mientras una mujer a sus espaldas le decía que lo amaba. Agnes nunca abandonó los estudios asediada por el ansia de salvar pueblos africanos a punto de extinguirse. Dan no sobrevivió a un secuestro deslizándose entre ratas y mierda ajena por las alcantarillas de una ciudad que nadie sabe. Incluso esa mujer que ayer viste salir del cine a la medianoche de Los Angeles: guardaba en el bolso la fotografía de un hijo que jamás tuvo, por más que su memoria le dicte antiguos momentos de alegría a su lado, por más que en su tacto esté vivo el recuerdo de su cabello lacio.

El pasado que nutre sus sueños, que despierta sus vivencias, no es otra cosa que un injerto de laboratorio, una maraña de datos precisos, un laberinto de añoranzas del que sólo escaparán en la fecha inapelable que señala su expediente.

El Nexus 2, el primero en el que se detectó la falla, lo supo.

Tú dices conocer el miedo: te equivocas. Miedo es eso que rebasa la imaginación de un hombre cuando de pronto entiende su propósito en la vida, que es fenecer por el dictado de otro hombre al que jamás ha visto ni verá.

Miedo es saber que fuiste concebido por las necesidades de un imperio.

Miedo es saber que la vida que recuerdas jamás lo fue.

Miedo es saber que tu creador es sólo carne y sangre postradas ante los caprichos del azar. El hombre.

Miedo es saber que la eternidad que ayer te dio esperanzas en la soledad de un templo, hoy carece de sentido, pues tu cuerpo o lo que sea que te contiene, con todos tus sueños y proyectos, con tus falsas alegrías y tus tenues victorias, mañana será sólo una cosa degradada, una aleación informe, sin lápida, sin rezos, sin lágrimas. Sin un lugar en la tierra.

Sin un lugar en el Paraíso.

Ese es mi oficio: crear ficciones de material sintético.

Ser un dios para todos ellos.